mundo trivial

sábado, setiembre 30, 2006

1979-1985

Nací en 1979, en un país que vivía en dictadura militar desde 1973 y que siguió estándolo hasta 1985. Es decir que en 1985, cuando empecé el primer año escolar (en el que se enseña a los niños a leer y escribir), la Democracia estaba de vuelta.

Cabría imaginarse, pues, que como en esos años de dictadura yo era muy pequeña y tenía poca idea del "mundo exterior", (aquello que no era ni mi casa ni el jardín de infantes), la dictadura no influyó demasiado en mi vida de entonces.

Sin embargo, el regimen militar explica muchas cosas de mi infancia. Más de las que yo suponía hasta hace poco, al menos.

Primeramente, nací en una época de "recambio generacional". Las "tías viejas" se murieron todas de golpe, mientras que otros miembros de la familia más jóvenes, hacían las valijas y marchaban exiliados a tierras del norte. Por esta razón mis padres, que al día de hoy no sé muy bien por qué prefirieron malo conocido que bueno por conocer, se quedaron con muchos objetos personales de aquellos que ya no estaban.

Entonces la casa de mi infancia tenía televisores en todos los cuartos, aunque casi no mirábamos. También había cajas con ropa de todos los talles y colores, a la que mi madre acudía cuando necesitábamos algo, para vestirnos o para disfrazarnos en una tarde aburrida de domingo. Había una biblioteca que llevaría una vida recopilar (la llevó), y había juegos de platos como para invitar a comer a un batallón, aunque nunca invitábamos a nadie... porque casi no había a quién.

Los que habían muerto recientemente y los que se habían ido, formaban parte de las conversaciones de todos los días, y yo no entendía la diferencia entre unos y otros. "Esto era de Mamama"... "esto era de la tía..." Así conocí la muerte. Era como irse muy lejos. Pero algunos no mandaban cartas. Y mamá se ponía triste cuando hablaba de ellos.

Esta estrecha relación con los ausentes tuvo otra faceta. Los que estaban exiliados mandaban cartas, mandaban fotos... y mandaban regalos. Creí firmemente, con una solidez que yo no podría transmitirle a un hijo mío, que Papá Noel y los Reyes Magos existían. ¡Si a los abuelos yo tampoco los había visto nunca y me mandaban regalos para mi cumpleaños! Y los tíos de Suecia mandaban fotos donde había nieve, como las postales de Papá Noel. Todo encajaba perfectamente. Bueno, eso de que en algunos lugares hacía frío al mismo tiempo que en otros hacía calor no encajaba para nada, pero no era causa de preocupación.

Durante la dictadura, mis padres estuvieron destituidos de sus cargos y sobrevivieron realizando trabajos diversos. Por eso la polenta y los fideos con tuco eran un menú habitual en nuestros platos. Le tengo un afecto muy especial a la polenta y a los fideos de paquete, y muy especialmente a las comidas que tienen fideos de varios tipos, legumbres dicotiledóneas (los porotos y las lentejas son lo más), algo parecido a tomate y un lejano rastro de proteína animal. Comí mucho de eso, con un Toblerone de postre, mandado por la abuela. Recién de grande me dí cuenta de lo absurdo de la situación... ¡vivir a polenta y chocolate suizo!

Otra huella de la dictadura, ésta en mi subconciente, es mi asociación de ideas al escuchar la marcha militar de los comunicados de las FFAA: pienso inmediatamente en... la pantera rosa. Es que el comunicado venía justo después.

Mi madre siempre recuerda que yo ansiaba aprender a leer, y que aprendí las letras muy rápido. El problema fue que lo primero que recuerdo haber leído en voz alta, por la calle, fue una pintada que decía "PIT-CNT" y a mi madre diciendo, shhh, éso está prohibido decirlo en voz alta. No se podía decir cola, caca, pichí ni pitceneté.

En 1985, cuando finalmente pude leer los libros que quise, cuando reabrieron el canal estatal y miré programas de TransTel todas las tardes mientras merendaba, cuando se pudo decir pitceneté, rocanroll y viva Wilson, y mi madre nos compró una cometa con los colores frenteamplistas en el comité de base de esquina, ahí, justo ahí, conocí a toda mi familia. A mis abuelos, a mis tías, a mis primos, a los tíos de Suecia con el hijo que mis padres habían cuidado y que nunca más les dirigió la palabra... todos llegaron en aquel eufórico 1985.

Ah... si no hubiera sido por los milicos...

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martes, setiembre 26, 2006

Menta mental

Ultimamente he dedicado mucho tiempo y energía a cierto asunto de nunca acabar, que, lo que son las cosas, ya no parece tan infinito como antes. Toda este esfuerzo deriva en cierto nivel de estrés que me hace preguntarme si mi vocación, mi verdadera vocación, no será la de estresarme... porque me sale muy bien, digo.

En este contexto de estrés recientemente me pasaron tres cosas, que cada una de por sí no alcanza para hacer un post, pero que juntas pueden dar una idea de lo que es estar en mis zapatos hoy en día.

Una de ellas fue que me tomé un taxi; iba apurada y quizás por eso me dio la sensación que el conductor iba lo más lento posible. Me molesté, y más cuando no quiso darme cambio justo (el viaje costaba 49 pesos y quiso cobrar 50) con la excusa de que no tenía cambio. Normalmente soy conciliadora, o no le doy importancia a algunas cosas (1 peso no alcanza para nada), pero a veces llevo un demonio sentado al lado mío y me vuelvo mala. Le puse cara de inocente y le dije "pero acá dice que cuesta 49", a lo que el conductor largó un "hay gente bichicome... quedáte acá que voy a buscar cambio". Me dejó sola, con el motor encendido, y se alejó unos 30 metros. Creí verlo conversar con un cuidacoches, no parecía muy apurado.

No, no me quedo nada, nadie con un poco de dignidad acepta que lo llamen bichicome por reclamar lo que le corresponde. Abrí la puerta al lado de mi asiento, me bajé, abrí la puerta delantera, abrí la puerta del conductor, quedó todo el auto abierto y encendido, y me fui.

Creo que estuve mal. Miren si le robaban el auto... Por no darme un peso de cambio. En realidad por llamarme bichicome. En fin.

Otra cosa, que ocurre a diario, es que tengo unos sueños re-locos. El típico, que entrego la tesis y me dicen... "Ummm, este tema ya no nos interesa más, mejor ¿por qué no empezás este otro?" O... "perdimos el único original de tu trabajo, tenés que escribirlo todo de nuevo", o "Los autores en los que te basás no nos gustan, leé estos otros", "Ah, justo acabamos de aprobar otro igual, el tuyo parece un plagio" etc. Esos sueños me incordian, pero los que me exasperan son los que tengo después de escribir durante la tarde: exhausta tras el esfuerzo de encontrar las mejores palabras en mis sueños pierdo la capacidad de comunicarme, agobiada por la responsabilidad de decir todo de la mejor manera posible. Me despierto tratando de romper cadenas invisibles, planeando conspiraciones para poder decir "¡apagá ese despertador ahora mismo!".

Pero lo que me puso sobre alerta de que mis estados andan alterados y que ando con las ideas muy fijas, fue un paseo de compras aleatorias en un supermercado muy grande por el que paso muy de vez en cuando. Fui a pagar unas cuentas, y como me sobraba dinero, decidí una expedición para ver si "necesitaba algo". Entré y ví una oferta de té... mi bebida preferida y estaba a muy buen precio, así que agarré, una caja. Seguí caminando, y pasé por la sección perfumería, me acordé que esa mañana se había acabado la pasta de dientes, elegí dos tubos de la más barata. Mi paseo continuó más allá, ví pañuelos descartables y soy alérgica, siempre estoy comprando pañuelos. Elegí un pack de 6 paquetitos. Ya había comprado suficientes cosas, así que fui a la caja. Allí estaban las mil y una variedades de chicles Beldent, agarré un paquete al azar. Pagué y me fui a mi casa, y fue allí, al abrir la bolsa y poner el contenido sobre la mesa que me percaté de una inquietante coincidencia: todo lo que compré era de gusto u olor a menta. Té de menta, pasta de dientes "menta clásica", pañuelos Elite aroma menta refrescante, y el chicle beldent menta más aburrido de todos.

¿No estaré mental?

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jueves, setiembre 14, 2006

Dime que me amas

Bridget trajo a colación en su último post a las películas románticas. Yo, que soy una fan no asumida del género, después de años y años de mirar películas de este estilo he determinado cuatro grandes grupos de historias, y cada vez que veo una película trato de ponerla en alguna de esas categorías. Porque descubrí que cada categoría tiene su público, y finalmente el éxito de una película se trata de atraer al público correcto. Y no, no alcanza con el título "romántica".

1. Como dos piezas de puzzle
Es el tipo más clásico de película romántica, donde una chica pobre, fea, simple y/o torpe enamora a un tipo rico, lindo, sofisticado y/o habilidoso. Es decir, gracias al amor dos individuos se complementan y dejan atrás sus hábitos de solteros como quien abandona un vicio. Después de avatares dispuestos por el guión, terminan juntos y felices. No quiero dar cátedra sobre esto, pero no puedo dejar de percibir cierto componente de dominación machista, que hace que la mujer abandone su situación y acepte la del hombre... y también cabe observar que la película trata de "cuando se enamoran" pero no de su amor a lo largo del tiempo, que es lo que critica Bridget. Algunos ejemplos: Pretty woman (una joven prostituta pueblerina y un veterano inversionista descreido del amor), Two weeks notice (una joven intelectual y defensora de derechos civiles y un empresario que la contrata como secretaria), Sabrina (el hijo del dueño de la mansión y la hija del chofer), Maid in Manhattan (un senador y una empleada del hotel). Aquí agregaría Four weddings and a funeral, más porque me parece una comedia excelente pero las historias (sobre todo al final), me parecen un poco forzadas.

2. Hamlet.
Es otro tipo de película muy clásica de superproducción de Hollywood, de amor perfecto y desgarrador, donde al final todos mueren. Por lejos el mejor exponente reciente es The english patient. Cold mountain no está mal... creo que es que Antony Minghella (el director de ambas películas) tiene muy buena mano para el género.
Sin superproducción de ningún tipo, el dogma 95 me dio un buen ejemplo con Breaking the waves, aunque aquí el amor era más un vehículo que un fin en si mismo, creo yo.

3. Tan simple como eso.
Dos personas que sin buscar el amor, lo encuentran. Adoré Before sunrise y su segunda parte, Before sunset. Romanticismo puro, de ese que te puede esperar agazapado a la vuelta de la esquina, cualquier día de tu vida. En la primera, un estudiante norteamericano (Ethan Hawke) coincide en un tren con una estudiante parisina (Julie Delpy) y la convence para que, en la parada en la ciudad Viena, se baje con él y cambie el pasaje para seguir, hacia París, en el tren que sale al amanecer. Ella acepta y pasean por Viena, conversan, discuten, se sinceran, y al amanecer se despiden prometiéndose volver a encontrarse unos meses después. No se dan sus apellidos ni sus direcciones, puesto que consideran que así el sentimiento se corrompería. El encuentro no se da, pero nueve años después la vida los vuelve a encontrar. Él está en París de gira presentando un libro que escribió sobre la experiencia anterior, ella lee el libro, lo reconoce, se entera de la presentación y lo va a visitar. Es mediodía, y en unas pocas horas, sale el avión que lo devuelve a su vida en Estados Unidos. Pasean por París, antes del atardecer. Ninguna de las dos películas termina en un "para siempre", como nada en nuestra vida, vamos.
También en este género yo pondría Love actually, que toma un montón de pequeñas historias entrelazadas y las sigue por un par de semanas, antes de Navidad, y Le fabuleux destin d'Amelie Poulain, la historia de alguien con tanta timidez que prefiere ayudar a los otros antes que a sí misma.

4. El amor después del amor.
¿Vale la pena luchar por el amor, aunque la persona amada te haya roto el corazón? De eso trata Eternal sunshine of the spotless mind, película loquísima que miré con la advertencia "es una porquería" y quizás por eso me encantó. La ví una o dos veces más y me siguió gustando, aunque claro, no la recomiendo a nadie sin preguntar antes ¿Te gustó Being John Malkovich, Adaptation, I heart Huckabees? Si dicen que no, ni lo intento. Si me dicen que sí, ésta es una buena apuesta.
Otra película de amores difíciles que valen la pena es Lucía y el sexo, pero es una película que puede herir la sensibilidad de más de uno (la escena con una erección en vivo no la acepta cualquiera). Me gustó una enormidad esta película, la ví en el momento exacto de mi vida, hace 4 años, y desde entonces, de vez en cuando, la repaso. Lo que me queda la duda, hasta hoy, es si Lucía realmente existe o es todo una invención de Lorenzo, si es el "cuento con ventajas" del que habla Elena. Una curiosidad de esta película: cada vez que le presto el dvd a un amigo que esté en pareja, a los 9 meses tiene un hijo.

El romance es un ingrediente que, cual receta de cocina, los productores ponen a sus películas para asegurarse éxito entre público como yo. Pero el desafío está en enfocarlo de modo interesante. Por eso les pido, les ruego, les imploro, que me tengan al tanto de las películas que miran. No vaya a ser que esté perdiendo algo importante.

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viernes, setiembre 08, 2006

Breve lista de pequeños placeres inconfesables

* sentir el roce del pantalón contra las piernas recién depiladas

* rascarme allí donde el elástico dejó una marca

* una pasadita por el baño que en breves minutos satisface todas las necesidades

* que mi marido me sorprenda con una habilidad culinaria oculta hasta el momento

* observar el humo que sale de una taza de té recién hecho

* entrar a mi casa y sentir olor a pan tostado

* pensar en sexo

* alegrarme cuando en las películas, los villanos reciben su merecido

* la vergüenza en la cara de los infames

* leer muchas veces los mismos pasajes de los mismos libros (novelitas románticas cutres)

* cuando me acuesto, al comenzar el invierno, sentir el peso de (muchas) frazadas

* odiar a mi jefe e imaginarlo atado y en tanga de leopardo, u otra situación humillante

* la satisfacción de la tarea realizada (espero que mi jefe no lea esto)

* sentir el olor de la primavera

* que llueva y no tener que preocuparme si me mojo (y mojarme, claro)

* que alguien me de la razón, mucho tiempo después de afirmar lo contrario

* un golpe de inspiración que me da la frase justa en el momento exacto

* pensar un post para este blog

* escribir un post para este blog

* contestar los comments de los posts de este blog (sí, este blog es importante en mi vida pero casi ningún conocido "personal" lo lee).

Estoy convencida que las cosas buenas de la vida están hechas de muchas cosas pequeñas: momentos que uno pasa con familiares, amigos, logros personales... qué se yo, son muchos. Pero algunos son tan ridículos o privados que son inconfesables, o por lo menos es muy difícil que salgan a la luz en alguna conversación.

Después de leer cierto post de Bestiaria y ver Le fabuleux destin d'Amélie Poulain, me di cuenta que estas cosas, de tan pequeñas, caen en el olvido cuando en realidad eran tan importantes que le alegraban la vida a una persona. Persona que en este caso soy yo.

¿Y qué mejor lugar para escribirlas que mi blog?

Posts relacionados:
Olores para catalogar, de Ana C.
50 cosas para hacer antes de encontrar el amor de tu vida
, de Bestiaria
Blogoscopio

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domingo, setiembre 03, 2006

Sostiene Pereira

Hace años ví la película "Sostiene Pereira", protagonizada por Marcello Mastroianni y basada en un libro de Antonio Tabucchi (el que no leí). A mi entender, la película muestra cómo en momentos críticos, cuando la situación en la que uno está inmerso de alguna manera se polariza, no se puede permanecer neutral. "Il mio giornale e libero e independente" decía Mastroianni mientras protegía comunistas y empezaba a no a acatar órdenes gubernamentales, de las que siempre había sido muy respetuoso.

Y bueno, la historia reciente del Uruguay es un tema sobre el que ahora... es imposible ser libero e independente, y les juro que me tiene muy mal. Tanto que ni siquiera puedo contestar decentemente a los gentiles que han pasado por este blog y dejado comentarios en los posts anteriores.

¿De qué estoy hablando? De una polémica que se suscitó la transcripción parcial y tergiversada de los dichos de un académico en un semanario de difusión masiva (Búsqueda, para ser exactos), lo que llevó a un senador del Partido Nacional a declarar que, por haber expresado esas ideas estaba descalificado para desempeñarse en cierto cargo. Después, una avalancha que fue desde los medios de prensa hasta corredores, paradas de ómnibus, fiestas familiares, y, como no podía faltar, algún blog también. El debate está en todas partes.

Lo que más me enoja de este asunto es que no existe respeto por el estatus científico de las ciencias humanas, la Historia en este caso, que, como me dijo un ingeniero refiriéndose a la politología, "es para una discusión de boliche". Las cabezas cuadradas que fueron educadas con historias oficiales siguen clamando por una, y en aras de la laicidad, exigen que la historia sea confeccionada con el visto bueno de los partidos políticos.

Tanta imbecilidad junta me pone mal. Se los juro, me enferma.


Noticias previas Noticias aliadas

Lo que dice el Partido Nacional

Lo que relevó la prensa El espectador

La respuesta El espectador

Más o menos en qué quedó El País

Alguna repercusión (entre colegas) Asociación de Profesores de Historia del Uruguay

Opiniones en blogs y editoriales Cursos paraLelos
La Coctelera de Charly (esto lo ví como editorial del Diario la República)
Diario del Este (esto lo ví como aporte en un foro)


Me tranquilizo y vuelvo.

ps. El atento Carnotista escribió un post sobre el tema que creo más interesante de leer que éste.

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