mundo trivial

jueves, abril 12, 2007

La pretensión de tener un blog

Hace unos días un post de Betty Carol recibió un comentario que me llamó mucho la atención: "tu blog es pretencioso". Que ese comentario no estuviera firmado (o por lo menos no linkeaba a otro blog o perfil) me llevó a interpretarlo como malintencionado y rastrero, puras ganas de molestar a la autora y a los lectores visibles e invisibles que disfrutamos de ese blog, estilo "giles, esto es basura". Una fea actitud, o por lo menos es lo que yo leí entre esas pocas líneas.

Sin embargo, en el más abstracto contenido del comentario, de alguna forma, no se puede decir que sea erróneo. No por Royal Jelly en particular, que a mí me parece muy bueno y (con todas las intenciones) saludable, sino a todos los blogs en general, porque el acto mismo de publicar un texto, ¿no implica en sí mismo la pretensión de gustar a otros, o al menos, provocar algún tipo de reacción o reflexión? Yo creo que la respuesta es un afirmativo rotundo. Creo que aunque escribamos para nosotros mismos, publicamos para los demás. Aunque...

Aunque muchas veces cuando leo artículos y comentarios en blogs, tan lejos del hachazo de un comité editorial o un editor en jefe que busca darle un perfil particular a la revista para que la compre cierto tipo de personas, tan amateur y por eso tan frescos, me parece percibir un malentendimiento general. Hay veces que la idea y la forma en la que está presentada me llega directamente, como si de alguna manera "lo hubiera escrito yo misma", mientras que otras veces, no. A veces porque lo que dice no me interesa y a veces, (pocas por suerte), lo que leo me parece grosero, ofensivo y malintencionado. Pero solamente eso, "me lo parece". Me parece que no lo entiendo, que entre el autor y yo hay barreras de comunicación insalvables, que hacen que el mensaje caiga en un vacío.

Entonces traigo a colación un burdo resumen que mi mente curiosa y enciclopédica (pero nunca muy metódica ni paciente) pudo retener de la teoría de Paul Ricoeur sobre la interpretación de los textos. Mi versión del asunto es que en una primera instancia, está lo que el autor piensa, con todo el respaldo de su experiencia de vida, conocimientos previos, intenciones particulares, etc. En una segunda instancia, está lo que el autor escribe: las palabras que elige, las formas en las que hace las frases, cómo expone las ideas a lo largo del texto, etc. Y en una última instancia, está lo que el lector lee, con el respaldo de su propia experiencia de vida, conocimientos previos, intenciones particulares, etc. Entonces, finalmente, lo que leemos y adjudicamos a otros, no es más que nuestra propia versión, nuestra propia construcción de los textos ajenos.

Entonces, culpar a Betty de pretenciosa, es francamente estúpido. Y pretencioso.

Doble vida

Mi marido desaprueba la existencia de este blog, en realidad de la blogósfera en general. Considera al asunto como una evolución perversa del peor de los chatrooms, una universal pérdida de tiempo; y no sé cómo hacerlo cambiar de idea ni si vale la pena intentarlo. Tengo miedo de enterarme de algo de tí por allí, sería horrible me dijo una vez, cuando le comenté que había abierto mis trivialidades.

Así que guardo el perfil bajo. El problema es que no siempre tengo una buena idea que pueda escribir en 20 minutos al llegar al trabajo, y aunque creo que nadie me supervisa, prefiero no dejar muchas huellas por allí.

Mecánica de mi vida

Cada vez que no sé qué hacer, cómo seguir, qué decisión tomar, lo que hago es posponer. Por lo general tengo bastante claro que alcanza con preguntar, o por lo menos que ningún cambio ocurrirá simplemente por dejar pasar el tiempo, pero no puedo evitarlo. El problema surge en el horizonte como el sol de la mañana, y yo quedo congelada, tan útil como los que se reunieron en una plaza en protesta al 2007.

Algunas personas creen que soy perfeccionista y que no me gusta hacer mal las cosas, pero no es cierto. Existe quienes creen que soy modesta (más erróneo aún), otros que me gusta operar con un coeficiente de seguridad, y hasta quien cree que soy haragana (yo!). Pero no se trata de eso. Nada que ver.

Estas terribles indecisiones, esas hemiplejias, en realidad son lo que hace funcionar mi vida. Porque gracias a que no sé cómo ejecutar la última órden de trabajo que recibí, pongo en orden todo lo atrasado. Y gracias a que no sé qué mierda hacer con las correcciones del tribunal de mi tesis (las que me parecen una sarta de boludeces pero todavía tengo que entregar la versión definitiva para que aprueben el acta y pueda comenzar los infinitos trámites para obtener mi título), limpio la casa, miro películas, y hasta actualizo el mundo trivial.

Y nada de esto ocurriría si yo estuviera haciendo lo que se supone que tengo que estar haciendo.