Florida, agosto, lunes, 10.30 am
Mi padre, un tipo delgado con piernas muy largas y el hábito de caminar, me dijo una vez que cuando está apurado mentalmente juega carreras con los otros peatones, tratando de pasarlos. Yo no hago eso, aunque también camino mucho y rápido. Sin embargo, tengo la sospecha que la mayoría de la gente hace como mi padre.
Hace dos años fui por primera vez a Buenos Aires por un período mayor a 3 días: estuve una semana en un congreso internacional. Como la sesión inicial estaba demasiado concurrida y me sentí incómoda, decidí salir a pasear y volver cuando empezaran las sesiones técnicas. Era lunes, era agosto, y el tiempo estaba inmejorable: soleado y apacible. Volví al hotel, me puse ropa cómoda y salí de exploración.
Llegué a la calle Florida, la que conocía de nombre pero no tenía idea de que era peatonal. Caminé tranquilamente, deseando ser una mosca y tener muchos más ojos para poder verlo todo. Me detuve en un cruce, con la luz a punto de cambiar, de modo que estaba sola. Otros peatones fueron llegando, también para cruzar, y allí observé que 100 metros más adelante había un negocio interesante (una pena, no me acuerdo cuál). Cuando la luz cambió a verde éramos un grupo numeroso, al igual que el de la acera opuesta.
Cruzamos, sin perder instante, y continuamos caminando como un bloque, dando zancadas, tratando de pasarnos unos a otros, era gracioso el ruido de nuestros zapatos, taconeando al mismo ritmo contra el piso de adoquines, aún después de haber llegado a la cuadra siguiente. "Parece una manifestación", me dije, y ahí se me ocurrió.
Es una pavada, pero ¿qué hubieran hecho los otros peatones si yo me hubiera puesto a cantar, voz en cuello, "La Internacional"? ¿Qué tal si hubiera tenido una bandera anarquista para ondear? Congregados por el azar en esa esquina a esa hora, quizás hasta por unos metros hubieran sido parte de mi manifestación, sólo por no caminar más lento, porque no creo que quedarse atrás fuera opción para ellos y ellas, porteños de la calle Florida un lunes a las 10.30 am.
Hace dos años fui por primera vez a Buenos Aires por un período mayor a 3 días: estuve una semana en un congreso internacional. Como la sesión inicial estaba demasiado concurrida y me sentí incómoda, decidí salir a pasear y volver cuando empezaran las sesiones técnicas. Era lunes, era agosto, y el tiempo estaba inmejorable: soleado y apacible. Volví al hotel, me puse ropa cómoda y salí de exploración.
Llegué a la calle Florida, la que conocía de nombre pero no tenía idea de que era peatonal. Caminé tranquilamente, deseando ser una mosca y tener muchos más ojos para poder verlo todo. Me detuve en un cruce, con la luz a punto de cambiar, de modo que estaba sola. Otros peatones fueron llegando, también para cruzar, y allí observé que 100 metros más adelante había un negocio interesante (una pena, no me acuerdo cuál). Cuando la luz cambió a verde éramos un grupo numeroso, al igual que el de la acera opuesta.
Cruzamos, sin perder instante, y continuamos caminando como un bloque, dando zancadas, tratando de pasarnos unos a otros, era gracioso el ruido de nuestros zapatos, taconeando al mismo ritmo contra el piso de adoquines, aún después de haber llegado a la cuadra siguiente. "Parece una manifestación", me dije, y ahí se me ocurrió.
Es una pavada, pero ¿qué hubieran hecho los otros peatones si yo me hubiera puesto a cantar, voz en cuello, "La Internacional"? ¿Qué tal si hubiera tenido una bandera anarquista para ondear? Congregados por el azar en esa esquina a esa hora, quizás hasta por unos metros hubieran sido parte de mi manifestación, sólo por no caminar más lento, porque no creo que quedarse atrás fuera opción para ellos y ellas, porteños de la calle Florida un lunes a las 10.30 am.
Etiquetas: Buenos Aires
8 dijeron:
Alto, delgado y de piernas muy largas como tu padre ya era yo de niño, cuando a los 10 años tenía que recorrer unas 20 cuadras caminando para volver, al anochecer, de un lugar donde aprendía francés hasta mi casa. Si venía en paz me daba miedo, así que hacía el mismo juego que tu padre: me inventaba una carrera de F1 y me asignaba al partir un puesto bastante rezagado, y contaba cuántos peatones - competidores lograba pasar y si llegaba "1" o no. El juego me mantenía alejado de los pensamientos temerosos que podía tener. Por cierto, creo que si la cantaras, apenas una minoría de porteños - business perderían tiempo en torcer el cuello!
By Anónimo, a las 3:50 p. m.
Es cierto la ciudad de Buenos Aires, y más propiamente el microcentro, tienen un velocidad propia, especial y enloquecedera, que se transmite por osmósis a todos los que llegan.
Por vivir aquí, y se habitué de esos lugares, cuando voy a otros donde el valor es la calma tardo unos días en adquirir el nuevo ritmo, que inevitablemente pierdo cuando piso el cemento porteño.
Beso,
By MALiZiA, a las 7:23 p. m.
Anarquistas en la calle Florida!!
Guau!
Espectaculo digno de ver, sería.
By COMANDO NORMA ALEANDRO, a las 8:36 p. m.
Montevideana: Arsène_Lupin me trajo a tu bonito blog, y puse un link a tu mundo trivial en uno que acabamos de instalar con una amiga. Podés venir cantando la internacional cuando te venga en gana.
By Lucky Luke, a las 2:17 a. m.
esos serían los verdaderos anarquistaS: los que no saben que lo son
By Anónimo, a las 5:20 p. m.
jejé! me encanta cuando un post saca a la luz experiencias y visiones de sus visitantes, cómo va evolucionando a través de los comentarios y llega lejos de donde empezó.
arsene: tendría que estar en trance hipnótico para cantarla porque no la sé! lo que se me dio la impresión fue, como dice malizia, que el microcentro tiene una inercia muy fuerte y que ni siquiera algo con lo que ninguno probablemente estuviera de acuerdo, hubiera logrado que esas personas con las que hacíamos un bloque se alejaran rápido. hoy quizás pensaría ¡viva botnia!, o ¡aguante ibarra! o alguna cosa gruesa como ésas.
malizia: si llevás el ritmo del microcentro a donde vas, debés parecer una pasada de revoluciones! a mí lo que me hace sentir ese ritmo, es muy rural. y no siempre en sentido positivo.
comando norma aleandro: voy a buenos aires el mes que viene, ¡aprontensén!
lucky luke: muchas gracias por el link y disfrutar de este mundo trivial. 'peráte un minutito que hago un download de la internacional con el e-mule y allí me apersono... perdonen que cante bajito, pero ando mal de la garganta.
roy: es un punto de vista, que probablemente hoy sea el que se aplique con certeza a la mayoría de los correligionarios.
muchas gracias y buen final de fin de semana
: )
By montevideana, a las 7:48 p. m.
Todavía hay quien recuerda a Arsenio Lupin !! que emoción.
Respecto de su especulación: ¿acaso la influyó aquella escena de Chaplin en....que mala memoria la mía (Carlitos junta una bandera roja que se cayó de un camión - la reglamentaria bandera de los que trasportan cargas sobresalientes - y corre tras el rodado para devolverla. Pasando una esquina una manifestación dobla la calle y queda tras él. Carlitos pues aparenta ser el abanderado de los rojos... y la policía justamente se apresta a cargar contra ellos !).
Pero yo diría que si Ud. hubiera hecho eso la gente se desdoblaría entre los que huyen de Ud. tratando de no quedar pegados y los que se ponen a cantar lo mismo fingiendo una adhesión que quizás no sienten. Si algo obsesiona a los que habitamos este costado del Plata es no quedar desubicados.
By Ulschmidt, a las 10:33 p. m.
ulschmidt: ví "tiempos modernos" unas 200 veces y esa escena en la que se cae una bandera roja de un vehículo y carlitos la toma, quedó grabada en mí para siempre. es, efectivamente, la inspiradora.
By montevideana, a las 9:16 a. m.
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