mundo trivial

viernes, mayo 04, 2007

Noticias de un secuestro

Citomegalovirus

El domingo 15 de abril, de noche, me sentí mal. Caí en cama por dos semanas con una infección por citomegalovirus, y ahora tengo una mononucleosis con toque hematológico. Desaparecí de mis trabajos, no podía contestar email (al principio porque no podía mantenerme erguida, después porque estaba en el hospital), y me dí cuenta que el teléfono en mi casa no suena casi nunca.

De alguna forma fue casi como un secuestro, porque cuando alguien está secuestrado normalmente se desconoce el paradero; en mi caso se desconocía la causa de tanto relajo (y yo desconocía la duración esperable, todo el tiempo me imaginaba que "para mañana estoy bien"), así que también estaba el componente de intriga.

Prefiero las intrigas de las películas, que se resuelven en una hora y media... o mejor, los capítulos de televisión, que en 45 minutos se conoce al malandro.


39,2 grados Celsius

Miro por la ventanilla del avión; estoy en el asiento que corresponde a una de las salidas de emergencia. Tengo el picaporte naranja en la mano y miro el ala del avión, hay una pista dibujada con indicaciones "pise por aquí, no pise aquí". Las azafatas avisan que hay un simulacro y abro la puerta y salgo. Es todo un error, y el avión se va sin mí. Corro por la pista desesperada, hay otra persona con ropa de trabajo de aeropuerto (un uniforme y auriculares aislantes) que también corre, pero él sabe lo que está haciendo. Salgo de la pista y sigo corriendo, ¿cómo voy a llegar a mi casa, qué puedo hacer? Estoy corriendo por un jardín, estoy pisoteando los canteros de flores, pero los canteros dejan de ser de tierra y son flores acuáticas. El barro me llega a la rodilla, y las plantas son muy enredadas, me tropiezo y caigo de frente. Ahora estoy toda embarrada y, desesperada, empiezo a llorar. ¿Qué te ocurre?, pregunta alguien. Yo contesto en sollozos que me caí del avión, que mis cosas estaban allí, que no sé cómo voy a llegar a Montevideo. ¡Pero estamos en Montevideo! dice esa voz y levanto la cara y veo que estoy a 50 metros de la casa de mis padres, seguro que ese jardín es nuevo y yo no lo ví. Ahhhh, suspiro aliviada, mientras trato de levantarme y caminar hacia allí.

Enseñanza: con tanta fiebre es mejor no dormir boca abajo.


Hospital, 1


Al tercer día de fiebre alta, y dados mis antecedentes clínicos, me apersoné en la Emergencia del hospital en ayunas y con muestras de orina para analizar. Expliqué unas 5 veces cuál era el problema a 2 ó 3 personas distintas, me ingresaron a una de las salitas de emergencia, me tomaron una muestra de sangre para un hemograma y se llevaron para analizar las que yo había llevado. Mientras hacían los análisis me quedé en esa camilla con toda la privacidad que una cortina marrón ofrece, y las personas que me habían atendido se olvidaron totalmente de mí.

Escuchando tras la cortina. Sin ningún esfuerzo ni espíritu "GranHermanesco" escuchaba perfectamente sus conversaciones, que versaban sobre escuela para adultos. Pude deducir que al menos dos de las auxiliares de enfermería habían terminado la escuela después de los 20 años, y también que el auxiliar que me trataba era gay. Sobre todo, me llamó la atención que la licenciada en enfermería tenía un apellido rimbombante y lo usaba cada vez que atendía el teléfono.

Cuando los ví, al auxiliar gay, a la que terminó la escuela para adultos y a la licenciada, las conversaciones escuchadas tomaron otro color. El enfermero tenía el pelo bien cortado y olía a desodorante Axe, y cuando me puso la vía (por la que inyectaron tóxicos varios con débiles promesas de mejoría), ví varios tatuajes en sus bíceps. Me están empezando a dar un poco de horror los tatuajes, como dice mi amiga Mariana ¡todo el mundo tiene un tatuaje ahora! La que había terminado la escuela para adultos tenía cara de muy buena persona, pero cuando sonreía noté le faltaban muchos dientes y usaba un puente muy mal hecho; tanto el enfermero como ella sabían usar muy bien las agujas y la cinta adhesiva.

El progreso en la sociedad. La licenciada rimbombante era la progresadora social, la que había llegado a algo en la vida y se lo hacía saber a todo individuo que se le acercara. No sé qué edad tendría, me pareció que tenía 33 años quizás. Llevaba una túnica muy elaborada con su nombre bordado en un bolsillo, pelo largo teñido de negro (color difícil para el teñido si los hay, siempre queda tan falso), mucha máscara de pestañas y cosas brillantes colgándole del cuello y en las muñecas. Tan importante era que vino a dictaminarme el tratamiento a seguir, y hasta de dio el lujo de hacerme un chiste respecto a mi diagnóstico (de muy mal gusto, por cierto). Movía las hojas para acá y para allá, tratando de ordenar las que tenían carbónico, mientras yo la observaba. Parecía una mariposa gigante moviéndose tan nerviosa, quizás era nueva en el trabajo, o quizás estaba enamorada del doctor. ¿Quién sabe? Como sea, no era experta con la cinta adhesiva, cuando sacó la vía arrancó la cinta a contrapelo, depilándome en cámara lenta un brazo. Lo que se dice, dolor al pedo.

Poder médico. El cuarto personaje de mi visita a la Emergencia fue, previsiblemente, un doctor. De cuarenta años largos, el tipo parecía tan inseguro que temí por mi integridad. Vino a decirme que a todas luces se trataba de un cuadro viral, posiblemente un citomegalovirus, pero los síntomas correspondían con dengue, por lo que iban a hacerme los tests de dengue. Me sometí al poder médico y no le pregunté por qué me hacía los análisis de la enfermedad que no tenía y dejaba pasar los análisis de la que podía ser. Arrugué nomás. Sería que el tipo tenía mal aliento y eso, amigos, logra disuadirme siempre.


Internación domiciliaria

La hormiga atómica. Así que volví a mi casa, en régimen de internación domiciliaria. Ya me lo habían comentado, y lo pude constatar, la internación domiciliaria es un mamarracho que no puede funcionar bien. Una doctora vino a mi casa el jueves, cuarto día de este asunto. Hacía un calor monstruoso y la fiebre me había dado un respiro durante las horas de luz. A eso de las 3 de la tarde sonó el timbre y entró una mujer joven y enérgica, de 1.50 de altura y con botas de cuero negras. Es la hormiga atómica, pensé cuando la ví, aunque no traía casco con antenitas. Contra el mal... ¡la hormiiiiiiiiigatóooomica! Me revisó y me dejó su número de celular por cualquier eventualidad.

La caída. El jueves a las 8 de la noche volvió la fiebre, y vino para quedarse. El viernes traté de comer algo, tomar líquidos, pero se me complicaba porque si levantaba la cabeza me daban náuseas; y comer acostado es realmente desagradable, uno no para de eructar. A mediodía llamé a la doctora y me contestó que vendría el sábado a las 7 de la tarde, y que mientras, me bañara y siguiera tomando novemina. Para la tarde ya prefería que la fiebre no se fuera, porque cuando estaba sin fiebre me daba cuenta de lo hambrienta, sedienta, mareada y dolorida que estaba. Con fiebre flotaba, sin hambre, sed, frío, calor, cansancio, nada. Entraba y salía de una modorra muy confortable, un universo particular.

Para el sábado a mediodía noté que se me adormecían los brazos y manos, y que los pies me dolían bajo el peso de las sábanas. Si hubiera podido fijarme, también hubiera notado que tenía lleno de várices desde las rodillas hasta los empeines. La perspectiva de comer me daba arcadas, y era claro que estaba cayendo en picada. Llamé a la doctora y me recomendó que comprara en la farmacia más cercana remedios carísimos... no te preocupes, yo te doy receta, cuando vaya por ahí. ¡Pero yo lo quiero ahora! ¿Qué hago ahora? Los remedios son de venta libre, así que allá fue mi marido a comprarlos, desangrando la billetera en el mostrador.

Tal como había anunciado, la doctora vino el sábado a las 7. Trató de revisarme pero erguirme la cabeza fue una mala idea. "Yo te internaría", me dijo, "¿estás de acuerdo? Síiiiiiii, por favoooooor, suspiré yo. ¿Podrás ir en un taxi? Ni soñarlo, no quiero viajar sentada. Bueno, entonces te llamo una ambulancia.


Hospital, 2

Los camilleros
. La hormiga atómica se fue porque le tocaba hacer guardia en Emergencia y al rato llegaron los camilleros. En un esfuerzo de equipo inédito, logré vestirme aunque los zapatos fueron una prueba difícil. Ni aún los mocasines servían para las salchichas que tenía por pies. Los camilleros llegaron esperando encontrar una vieja fracturada, pero me encontraron a mí, muda, despeinada y bastante desorientada. Se pusieron muy jocosos, y yo se los agradecí. Eran muy simpáticos los camilleros, y muy habilidosos también. Cumpliendo una fantasía infantil viajé en la camilla de la ambulancia, mirando por el minúsculo pedacito de ventanilla que quedaba sin tapar. Mi marido iba diciéndome lo que iba viendo, en la lluviosa noche de sábado, y yo me sentía aliviada, mi karma era "intravenoso".

E.R. Llegamos a la Emergencia, entrando por una puerta que yo nunca había visto. Allí había un grupo de enfermeros y asistentes, y estaba la doctora. "¡Te estábamos esperando!" me dijeron como bienvenida: me cambiaron de camilla, me sacaron sangre, me clavaron un termómetro en la axila, cerraron la cortina y se olvidaron de mí. No sé bien qué jolgorio toca los sábados de noche en la Emergencia, pero se estaban repartiendo quién compraba qué... en fin, al rato mi marido fue a sugerirles que me sacaran el termómetro, y vino una auxiliar muy simpática a constatar que yo estaba en los 39,2 que yo empezaba a temer que fueran mi nueva temperatura normal.

No sé cuánto rato estuve en esa camilla en Emergencia, me sentía tan mal que decidí evadirme de la única manera que conozco: durmiéndome. Vinieron a hacerme una ecografía de abdomen, que arrojó como única conclusión que tenía la vejiga llena (¡no necesito una ecografía para saber que quiero hacer pis!), y una placa. Para la placa me llevaron por los laberínticos pasillos, y yo que prefería que no me movieran iba sintiéndome cada vez peor. Cuando llegué la radióloga me dijo "tengo que levantarte hasta dejarte sentada". Ayyyyyy, pensé yo, ¿será necesario? Pero bueno, era necesario, y además incómodo porque ponen una tabla en la espalda. Cuando ví el monstruo ese que te perfora con la mirada apuntándome al pecho, le sonreí, para que me dejara irme más rápido. Me salió mal la estrategia y salió mal la placa, así que zas, nueva placa. Pero mis deseos se cumplieron y al ratito me llevaron a la habitación.

Domingo, lunes y martes. Resultó que el primer y segundo hemograma mostraban una alarmante disminución de glóbulos blancos y de plaquetas, por lo que estuve aislada unos días. En realidad no me acuerdo de nada, dormí mucho, y a cada rato venían a tomarme la presión y la temperatura, sacar sangre de un brazo e inyectar algo en la vía en el otro brazo. Mi marido miraba televisión, me traían agua que no quería tomar, pasaban las horas, pasaban los médicos, los enfermeros, las jarras de agua, el cambio de sábanas, las nutricionistas, las bandejas con comida, las limpiadoras, las mañanas, las tardes, las noches, en una sucesión que me era totalmente indiferente. Yo dormía.

Aburrimiento de hospital
. Traían la comida y se la comía toda mi marido, quien construyó una hipótesis absurda, de esas que sólo el aburrimiento de hospital puede ayudar a pergeñar: "¿te imaginás si la comida está envenenada, y a los pacientes les dan el antídoto entre los remedios, así descubren qué pacientes no se comen su comida?". Pero la comida no estaba envenenada. Estaba bastante buena, para decir la verdad.

"Menos que paciente" y "Dios". El martes me vino a ver un internista distinto, al que yo bauticé "Dios". Un tipo tan superior que durante la consulta otro médico interrumpió dos veces para pedirle su opinión, tan dueño de la situación que visitaba a los pacientes a las 6 de la mañana o las 8 de la noche, tan absolutamente seguro de sí mismo que no le importaba que la mutualista esté en bancarrota y pidió más y más análisis. Con Dios aprendí que cuando los médicos están asustados o desconcertados, sonríen. De hecho mi estadía en el hospital parció un desfile de cabezudos de carnaval, todos sonreían demasiado pero tenían la mirada un poco perdida. Mmmmmh.

El día antes de conocer a Dios me vino a visitar el médico de la Emergencia, el que tenía mal aliento. Seguía teniendo mal aliento y pidió un hemograma, para controlar la evolución de los leucocitos y plaquetas. Eso fue a las 4 de la tarde. En la ronda de las 7 le recordé a la enfermera que había un pedido de hemograma, y recién allí vinieron a hacer la extracción. No es que todos los médicos tengan estatus autoasumido de Dios, hay otros que son menos que pacientes. En realidad, creo todo depende del séquito de admiradoras que haya entre las licenciadas en enfermería. No es lo mismo que una nurse de piso, con 25 años de trabajo en el hospital, esté dispuesta a prestarte sus lentes si te olvidaste de los tuyos, a que te admire una rimbombante de Emergencia. Nada que ver.

La mejoría. A partir del martes la mejoría comenzó, lento pero firme. Volvió mi apetito y me bañé, abandonando un olor corporal que solo se me ocurre describir como cavernoso. Las pseudovárices de mis piernas se transformaron en la curiosidad del piso, y vinieron nurses y doctores a dar su lega opinión. "Es la novemina" decían algunos. "Son las plaquetas", decían otros. "¿Te pica?" No. "¿Te arde?" Tampoco. "Mirá, si apoyás el dedo no queda blanco." "¿Te pasó antes?" No.
Nunca supe a ciencia cierta, y ahora desaparecieron. Por suerte.

Miercoles, jueves y viernes. Aunque Dios me cayó bastante antipático (tan perfectito, me moría de ganas de que le saliera un grano en la nariz), tengo que agradecerle su curiosidad. Gracias a los análisis que pidió sé que no tengo cáncer de médula, leucemia, pneumonía, tuberculosis, HIV, hepatitis A, B o C, leptospirosis, toxoplasmosis, virus Epstein-Barr, insuficiencia cardíaca y otras cosas que prefiero no imaginarme. Y también gracias a esos análisis a granel salió a relucir que estaba con valores hepáticos altos, lo que me valió un diagnóstico de mononucleosis. "¡Tenés mononucleosis!" me dijo Dios un día, absolutamente extasiado consigo mismo. ¡Qué cagada!, pensé yo. Bueno, nada que hacer. "Igual, te vas a quedar acá para que podamos seguir haciéndote análisis, como hasta el jueves. ¿Cómo estás en general?" "Tengo diarrea." "Ah, entonces te quedás hasta que se te vaya la diarrea." Y vieron como es, uno propone y Dios dispone.

Revelaciones. Que se me fuera la fiebre aclaró algunas percepciones que hasta entonces habían sido muy confusas. Una de ellas era que en el hospital me sentía transpirar con la fiebre, mientras en mi casa no. También durmiendo de costado me dolían las orejas... ¡qué raro! Bueno, cuando me levanté pude constatar que los colchones y las almohadas están forradas de plástico, y encima tenían forros de tela, pero ¡el espíritu del plástico no se abandona así nomás! Así que estaba durmiendo sobre plástico... interesante y teóricamente higiénico, pero bastante incómodo.

En la pieza había televisor. Otra cosa que me intrigaba era la programación del televisor. Cada vez que buscaba un canal no lo encontraba, y me preguntaba si había delirado... pues no. Resultaba que el cable tenía unos 50 canales repartidos en unas pocas señales, entonces los canales dependían de la hora. Por ejemplo, en un mismo canal estaba El Gourmet hasta mediodía, después History Channel, y después I-Sat. Otro tenía Utilísima, National Geographic y después un par de horas de TV Ciudad. Me parece que el canal Gourmet ya no es de cocinar... es más bien de comer y ser cool. El canal Utilísima (que me produce una curiosidad enorme), nunca ví cocinar tampoco, y me pregunto por qué se llama utilísima algo tan inútil. Inutilísima. Ví cómo fabricaban las manualidades más atroces... ese canal debería llamarse Desperate Housewives, totalmente. En cambio en TV Ciudad ví un programa de cocina alucinante, la propuesta era así "El Ministerio de Economía dice que una familia promedio, de 4 personas, gasta 120 pesos por comida. Llamamos a un chef de un restaurante fino y lo desafiamos a que cocine para 4 personas con esa plata." Por supuesto el chef salía airoso del paso, y hasta le daba para una entrada. El que yo ví hizo papas a la suiza con brochette de verduras de plato principal, omelette con caponata (sobras de la brochette) de entrada, y un postre de frutas cortaditas pasadas por sartén. Un genio. ¡Tomá, Narda Lepes!

Superación versus habilidad. En los 7 días que pasé en el hospital me sacaron sangre muchísimas veces. La mayoría de las veces venía una laboratorista que yo ya conocía, una mujer de unos 50 años (la flor de la edad en los técnicos). También vino un monstruo de saco verde y cara de culo un día a las 7 am, y vinieron otros que yo nunca había visto. Yo me creía superada porque me bancaba los pinchazos como una reina, pero no, no dolía casi porque eran gente muy habilidosa. De eso me vine a dar cuenta el último día, que Dios dictaminó que había que sacarme sangre en ayunas con el desayuno ya servido, y no había laboratoristas disponibles. "Te vamos a tener que sacar nosotras", me dijo una nurse veterana con aire resignado. Y como un flash vino a mi memoria una vez que alguien me dijo "no hay nada peor que ser pinchado por una nurse, no tienen idea de nada"... Bueno, la nurse decidió pinchar en el brazo derecho, pero la muy torpe perdió la vena. Déjenme explicarles, yo parezco un muñeco anatómico, mis venas se ven con mucha facilidad, y si tengo un torniquete en el brazo ni les cuento. Me mandé un ahhhh de sorpresa porque creí que me estaba inyectando algún veneno, pero la tipa seguía insistiendo, y después tuvo la desvergüenza de decirme "perdí la vena porque dijiste ah!" ¡Vieja de mierda! La auxiliar que la acompañaba decidió pinchar en el izquierdo, que estaba bastante machucado. Hizo el torniquete, buscó la vena, limpió con alcohol... y ahí se dio cuenta que no tenía aguja, así que me dejó la goma esa estrangulando el brazo y se fue a buscar la aguja. No sé si saben, pero la cosa esa duele, y si tienen machucones más. Bueno, la mujer volvió con una jeringa, pinchó y empezó a sacar con mucha dificultad. "¿Cuánto precisa?" le preguntó a la torturadora número 1. "Uh, como 20... recién vas por 10." Ahí yo perdí el control y me puse a llorar. Ellas se dieron cuenta que les había salido todo pa'l traste, y se borraron. "Ya vengo a tenderte la cama y tomarte la presión" me dijo la tortura número 2, pero no volvió. Imbéciles.

El alta. Finalmente el alta llegó el sábado de mañana, bien temprano porque Dios se iba a pescar y no se iba a demorar por algo tan banal como los pacientes. Así que llegó tempranito, abrió las ventanas, sonrió sin ton ni son mientras mi marido le preguntaba sobre la convalescencia, y cuando yo reclamé certificados me dijo "Hablá con la nurse". Me podía ir en seguida, pero preferí esperar el desayuno y aprovechar el desayuno para el acompañante también. Volvimos a casa llenos de bolsas y mochilas que habíamos ido juntando en una semana, y los vaqueros que a la ida me quedaban bien, a la vuelta me quedaban como bolsa de papas.


En casa

Malhumor
. Se supone que tengo mononucleosis y que tengo que descansar y evitar cualquier esfuerzo. En realidad como evito cualquier esfuerzo no sé si me canso, pero todo el mundo insiste y no tengo ganas de llevar la contraria. Ya soñé varias veces que se descubre un error en el diagnóstico y estoy perfectamente sana, con lo que tengo muchos problemas en el trabajo para justificar estas vacaciones inopinadas, pero los médicos me dicen que es porque soy muy responsable. Bueno, no voy a enfrentar al medical power. Mientras tanto, lo que me jode de veras, es que la gente me cree peligrosa y nadie me viene a visitar. Es verdad que puede existir cierto peligro, pero si es cierto que todavía tengo las defensas bajas, la víctima vendría a ser yo. Pero en realidad, siempre y cuando no me estornuden en la cara, no hay problemas. Creo yo.

Cosas raras. Ayer me llamó por teléfono la directora del hospital, para preguntarme cómo estaba y para decirme que necesitaban más muestras de sangre. Como la burocracia es extrema, no podían mandarme un extraccionista y punto, sino que yo tenía que pedir un médico a domicilio, el médico tenía que dar una orden y yo tenía que llamar nuevamente para solicitar un extraccionista. Bueno, me rindo. "¿Qué análisis son?", le pregunté. "Sólo de sangre", me contestó. "No te preocupes que yo hablo con el médico que te asignen." De acuerdo, llamé y pedí, y a las 3 de la tarde llegó una doctora muy joven y guapa, que no entendió ni jota de mi breve explicación. Ella llamó al hospital pero la jefa suprema con la que hablé ya se había ido, así que habló con el Laboratorio. En el Laboratorio le preguntaron de quién se trataba, y resultó que me conocían por mi nombre de pila. "Asustaste a un pueblo, chiquilina", me dijo tapando el micrófono de mi inalámbrico. Y allí me asusté yo. Ella opinó que no había que tomar muestras, me dio un beso y se fue.

Realmente esta experiencia ha sido muy ilustrativa, pero poco constructiva. Aprendí nombres de virus, me dormí adentro del tomógrafo, puse mi palada de arena para la bancarrota de mi mutualista, y me borré de mi trabajo por un mes.

Náa, mejor hubiera sido no tener nada.

14 dijeron:

  • A la pucha (que viejo este dicho)

    Menos mal que estás bien ahora, o merojando.

    Fuerza y dentro de un tanto ya vas a estar recuperada.

    Que tengas un buen fin de semana.

    Saludos de acá!

    By Blogger Mauricio, a las 8:01 p. m.  

  • Gracias Mauricio! Extrañé a mis amigos virtuales, gracias por seguir visitándome!

    ¡Buen fin de semana para tí también!

    By Blogger montevideana, a las 8:22 p. m.  

  • ¿Qué tal, tanto tiempo? ¿en qué anduvo? JAJAJA.

    Perdón, son los nervios :P (es que la crónica de su odisea me asustó tanto como a los protagonistas, le juro).
    Le deseo una pronta y completa recuperación. Cuídese, por favor.
    ¡Saludos!

    By Blogger Sr. Nadie, a las 9:10 p. m.  

  • Bueno, niña, menos mal que volvió y que está viva, después de esa odisea. Espero que mejore pronto y se vuelva a poner fuerte.

    Me queda una duda: ¿Qué es mejor para convertirse en Dios, la admiración de la nurse de piso o la de la rimbombante de Emergencia?

    By Blogger Ana C., a las 4:50 a. m.  

  • ay, nena. poooobre...
    by the way, esperando para internarme ante la proximidad de la venida de clarita, tu relato no me dio muchos ánimos...jajaja
    en qué mutualista estás???

    By Blogger uruguaya, a las 6:25 a. m.  

  • y yo que me imaginaba donde estabas de vacaciones, nesta altura del año...Suerte, chica, y buena salud. Si te sirve de consuelo, mononucleosis es un mal demasiadamente "chic". Imaginate pronunciando este nombre en un té de tardecita....:) Estoy de broma pero deseo pronta recuperacion!!

    By Anonymous Anónimo, a las 1:33 p. m.  

  • Una odisea, en toda la extensión de la palabra.
    Disfruté mucho los pasajes del aburrimiento de hospital y el televisor.
    Recupérese pronto, deje de asustar al pueblo, y cuéntenos por qué los médicos se aterrorizaron tanto, leí todo dos veces me aún no me queda claro por qué tanto miedo y tantas extracciones de sangre.

    By Blogger La lengua de Midas, a las 3:47 p. m.  

  • ayyy monte!!
    cómo todo eso y no se dieron cuenta rápido entre tanto doctor y dios???
    aunque suene trillado, lo importante es que está en casita, (aunque se aburra), luchando con la tele y no con otras cosas.
    Mucha suerte y fuercita para estar mejor!!!
    le perdonamos el delay claramente...
    ya no sabe más que hacer para llamar la atención chee!!!
    ahora si. en serio, que se pase rápido este momento!
    abrazos!!

    By Blogger Nefastas, a las 11:43 p. m.  

  • Aclaro un par de detalles que no puse en el relato para no pesadear pero creo que son importantes. El primero es que el mayor inconveniente que tuve, casi todo el tiempo, fue presión arterial muy baja (8-6) con su obvia consecuencia: taquicardia. De yapa el remedio que me recomendaron, Novemina, tiene entre sus efectos secundarios bajar la presión y agreder al estómago y al hígado, por lo que fue peor el remedio que la enfermedad.
    Lo segundo, es que este virus es muy común pero los análisis para detectarlo llevan muchos días, por lo que la intriga dura mucho tiempo y se hacen otros análisis que son más breves pero descartan enfermedades graves. Por otro lado, solo ataca personas inmunodeprimidas o frágiles, y yo no estoy en ninguno de los grupos habituales (no soy feto o recién nacido, no recibí transplantes de órganos o infusiones de sangre, no estoy en quimioterapia, no tengo cáncer de médula o leucemia, no soy portadora de HIV, etc.), por lo que había un desconcierto generalizado, sobre el verdadero origen de la cuestión. Además creo que había un poco de culpa, por ese diagnóstico estúpido de dengue y la irresponsabilidad de mandarme a tomar Novemina como si fuera algo liviano. Pero son conjeturas mías, porque en realidad nadie me decía nada, y para qué servían los análisis lo supe leyendo la historia clínica de la internación (me la dio la torturadora número dos después que mi marido, con su mejor cara de culo intimidante, le dijo "es su derecho mirarla, ¿por qué decís que no se puede?"), y buscando en internet. No quería recurrir a google, pero al final busqué, encontré mucha basura y algo mínimamente decente.

    Señor K., a mí me asustan dos cosas de este asunto, primero saber que "estamos regalados" y que estar sano es algo verdaderamente valioso, y lo segundo, es que el sistema de salud uruguayo está más enfermo y corrupto que cualquier otra cosa.

    Ana, me pareció que el Hospital es un montón de estructuras jerárquicas superpuestas: no solamente la del organigrama, sino otras. Los pacientes son menos que personas, son "enfermedades" y así un médico puede interrumpir una consulta sin siquiera disculparse, porque ¿quién se disculpa frente a una enfermedad? Las nurses me dio la impresión de ser muy manipuladoras, y que como son las que ejecutan las órdenes de los médicos son las que los hacen quedar bien o mal. Son las poderosas, las que trabajan en un solo lugar a la vez y mantienen el puesto por mucho más tiempo. La sección de Emergencia me dio la sensación de ser "el culo del Hospital", que los que trabajan allí nadie los toma muy en serio y tienen como órden número 1 mandar de vuelta todo el mundo a su casa. Un médico de Emergencia en otra sección (Piso), sin sus nurses, no tiene coto de poder, no tiene quién ejecute las órdenes. Y que obviamente las nurses de piso son mucho más "importantes" que las de Emergencia.

    Uruguaya: Ginecología, Obstetricia y Neonatología son mucho más glamorosos que agarrarte un virus de porquería, así que andá tranquila a la internación. Eso sí, ojito con las nurses y los auxiliares: pueden ser fantásticos o hacerte la vida imposible... si alguien se te pone denso, decíle a tu marido que hable con el doctor y que te asignen a alguien nuevo (usá la depresión post-parto como argumento, cada vez gana más fuerza). Estoy en Impasa, que de yapa está intervenida: si venís a tenerla en Montevideo, el sanatorio top para parir es el Británico. Vos andá tranquila a tu parto, con todo el amor que le pusieron y lo que te cuidaste, va a salir todo fantástico.

    Maray: y... bueno, ahora son como vacaciones. Un poco aburridas, pero bueno. Me aguanto.

    Lengua: le tengo debida una visita. Espero que le quede más claro el por qué de tanto análisis con la explicación previa.

    Nefs: y, cada vez me sofistico más para llamar la atención. Los médicos me dio la sensación de que cada vez saben menos... o por lo menos, tienen menos autoridad, o inspiran menos confianza.

    Muchas gracias a todos por los deseos de mejoría. Cuídense mucho!!

    By Blogger montevideana, a las 12:45 p. m.  

  • perdón, transfusión de sangre, no infusión.

    By Blogger montevideana, a las 12:48 p. m.  

  • Infusión de sangre, jajaja! Sonó a "tecito de vampiro". Puchis, igual que maaaal, pobrecilla! Lo bueno es que ya estás mejor, y bueno, te sirve para descansar y recargar pilas ... por no decir que bajar unos kilitos nunca está demás. :)

    Espero que te recuperes pronto. Cuidate mucho!

    By Blogger Angel y Demonio, a las 11:35 p. m.  

  • Ay, monte, qué periplo.
    Que bueno queno fue nada grave.
    Espero que termine de mejorar pronto.

    Le mando un abrazo inmenso, glóbulos y plaquetas

    By Blogger Betty Carol, a las 1:58 p. m.  

  • Uy que lo tiró, con razón no posteabas nada! Tu crónica me hizo acordar a la película Caro Diario, de Nani Moretti, la viste? Está muy buena para pasar la convalecencia

    By Blogger Ana, a las 6:51 p. m.  

  • Angel: sí, un lapsus vampírico.

    Betty: pensé MUCHÍSIMO en usted. Usted va a ser de esas doctoras que miran a los pacientes a los ojos y le dicen "no se asuste que acá lo vamos a cuidar bien".

    Ana: no posteaba pero mentalmente iba escribiendo este post. En eso me entretenía cuando estaba despierta, en transformar en un texto todo el asunto, y de enfermedad pasó a transformarse en blog. ¡Una transformación genial!

    ¡Gracias por los deseos de mejoría!

    By Blogger montevideana, a las 8:44 p. m.  

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